Para innovar hay que arriesgar, luchar por el éxito y aceptar el fracaso

Uno de los principales dilemas a la hora de innovar es la decisión de arriesgar o mantenerse; es hacer innovaciones incrementales o innovaciones radicales. Esta decisión supone pasar de ser seguidores a ser exploradores, es coger la bandera del liderazgo; y es una decisión difícil y que supone apostar por una visión sobre el futuro que es en la que queremos vivir.

Sin embargo esta actitud no es mayoritaria, especialmente en tiempos como los actuales en los que las necesidades a corto plazo hacen que no dediquemos tiempo y recursos al medio/largo plazo. Y entiendo la situación porque si no podemos pagar las nóminas difícilmente pensaremos en los productos y servicios del futuro.

Los que quieran (y puedan) deberían pensar en como cambiar los paradigmas de su empresa, han de revisar y analizar los paradigmas que están arraigados en la empresa en cuanto a tipo de productos y servicios, a cómo tratamos a los clientes, a cómo los fidelizamos, a cómo los servimos.

Y en los productos deberíamos repensar cómo los diseñamos, cómo los producimos, cómo los envasamos y distribuimos, y cómo se hará el mantenimiento y la post-venta.

Estas innovaciones cambiando los paradigmas son más difíciles de realizar cuanto mayor es la empresa o cuanta más antigüedad tiene. Es una realidad que las empresas medianas y grandes tienen unas inercias que les afectan a la hora de tomar las decisiones.

Un ejemplo de estas inercias son los presupuestos de marketing y publicidad que aún se dedican de forma mayoritariamente en los medios tradicionales, no se analiza que el público objetivo ya no lee revistas o no mira la televisión sino que se conecta por Internet o está en las redes sociales utilizando Facebook, linkedin o twitter.

Y, ¿porque sucede esto? A menudo porque si hacemos “más de lo mismo” y no tenemos los resultados esperados es fácil buscar la excusa: “siempre se ha hecho así y ha funcionado”. A menudo se teme tener que admitir el error de una decisión diferente, pero ello supone hacer lo que hacen todos y no diferenciarse. La cultura del “no riesgo”, que aunque no lo parezca también es un riesgo.

Para cambiar los paradigmas hemos de hacernos preguntas que den lugar a contradicciones, a dilemas; y es en las respuestas que demos a esos dilemas donde obtendremos las innovaciones que irán desde las incrementales, pasando por las radicales y llegando a las disruptivas.

Uno de los aspectos, en mi opinión, más importantes es que las preguntas que nos planteemos tendrán más de una respuesta, y nuestro trabajo será analizar y valorar cada una de las respuestas para al final escoger la que consideremos más adecuada; incluso podemos decidir utilizar ahora una de las respuestas y mientras tanto desarrollar otra para el medio plazo.

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