La innovación es el universo de los posibles mundos a los que uno puede decidir viajar. Pero aquellos mundos para los que tendremos mayores incentivos o motivaciones para viajar son aquellos que representan a nuestros problemas.
Si decidimos innovar sobre algo que no nos afecta, directa o indirectamente, sino que lo hacemos porque creemos que puede ser un negocio es razonable pensar que cuando surjan los imprevistos o las dificultades la posibilidad de desistir es más elevada que si lo hacemos porque es “nuestro problema”. Cuando algo se convierte en nuestro problema lo hacemos algo personal y eso hace que frente a las dificultades es habitual que surja una fuerza interior que busque alternativas o nuevos caminos porque nuestra motivación es especial.
Ahora bien cuando queremos innovar sobre algo que en principio no es nuestro problema, y especialmente cuando en una empresa queremos que los equipos de innovación desarrollen soluciones a los problemas que les planteamos deberíamos intentar motivarlos para que lo conviertan en un reto personal, pero no querer que sea un “problema personal”. Cuando se pretende que alguien convierta un problema de la empresa en un problema personal podemos encontrarnos situaciones de rechazo que provocan tensiones latentes que en un momento u otro saldrán a la luz. La estrategia del reto intelectual establece un factor de influencia que activa a muchas personas a dar lo mejor de si mismas.
Cuando me refiero a tus problemas quiero decir tanto los problemas que puedas tener a nivel personal como a nivel profesional. Esto último es lo que provoca que cuando en tu puesto de trabajo hay cosas que no funcionan y te afectan en la consecución de tus objetivos puedas plantearte innovar para cambiar esa situación. En los procesos que se llevan a cabo en todas las empresas son los empleados que están inmersos en ellos los que detectan y saben que es lo que no funciona; y muchas veces ya han pensado como se podría solucionar. Pero como que no se les pregunta no dicen nada.
El motivo de porque no se pregunta en la mayoría de las ocasiones es porque no se quieren evidenciar los problemas ocultos, porque existe una mentalidad de “patada hacia adelante” por la que “lo que no se comunica, no existe”. Es decir, se hace una no-marketing de los problemas. Y eso puede ser un grave error si ese problema se gangrena y afecta a toda la organización.