En los ambientes académicos uno de los paradigmas más arraigados es la importancia de I+D. La semana pasada Iñigo Irizar reflexionaba en un post de su blog Handitu al respecto de un reciente artículo de Anne Marie Knott sobre los resultados de las empresas en relación a la I+D que desarrollan, en el sentido que si hoy en día es más complicado hacer I+D o bien que las empresas la ejecutan peor que antes.
Se plantea el argumento que como que cada vez hay menos a conocer y que, además, hay muchos más investigadores que antes entonces es más difícil encontrar nuevos conocimientos. Pero si bien es cierto que hoy sabemos más que ayer, también considero que no conocemos todo lo que existe.
Creo que uno de los problemas para que sea más complicado hacer I+D en muchas empresas es que en los equipos de investigación se han establecido unos paradigmas que impiden desarrollar conocimiento fuera de los campos en que se considera que hay que investigar. En muchas empresas es habitual que cuando se ofertan puestos de trabajo para I+D o innovación uno de los requisitos sea “experiencia en el sector”. Este requerimiento lo que produce es que no llegan a la empresa personas que puedan ofrecer una visión diferencial y disruptiva de lo que se quiere investigar; en el fondo se pide “más de lo mismo” con lo que entonces sí que se produce la “redundancia de conocimientos” que es uno de los argumentos del artículo de Knott.
Pero el problema del “bloqueo debido a paradigmas” no se produce solo en las empresas que quieren hacer I+D sino también en las investigaciones que quieren obtener el reconocimiento de ser publicadas en las revistas de relevancia. Como explicaba hace meses el investigador Enrique Martín-Blanco en un artículo publicado en El Confidencial en los procesos de revisión y evaluación de las investigaciones que optan a publicarse uno de los problemas que se presentan es el rechazo por parte de los examinadores cuando lo que proponen estas investigaciones se aleja del conocimiento establecido; pero especialmente cuando lo que se expone en el artículo cuestiona los métodos que han desarrollado esos mismos examinadores (lo que es un evidente conflicto de intereses).
Como vemos no es solo en las empresas donde el avance del conocimiento fuera de lo establecido es problemático sino que también se da en el ambiente académico.
Ahora bien lo que considero que la excesiva preocupación por la I+D debería relativizarse porque lo que importa realmente en la innovación es la aplicación práctica del conocimiento y aquí el campo de actuación es mucho mayor que el que supone la búsqueda de nuevo conocimiento. En mi opinión lo que debería ocupar el tiempo de muchos investigadores son las nuevas aplicaciones del conocimiento existente. Al respecto recuerdo que una patente requiere que la invención a proteger cumpla tres requisitos: que sea nueva, que impliquen actividad inventiva y que tenga aplicación industrial. Por ello creo que bajo esta perspectiva la I+D, en especial el Desarrollo Aplicado aún tiene mucho campo para recorrer. Aunque considero que es en la aplicación industrial donde a muchos de los investigadores les falta la visión para ver donde se puede aplicar. Es por ello que la creación de equipos de los que formen parte personas de diversos ambientes profesionales, sectores y estudios es el principal reto que se plantea a las empresas que quieran rentabilizar sus inversiones en I+D, y de esta forma poner en entredicho las afirmaciones de los académicos.
En las empresas es importante desarrollar la I+D, pero es mucho más importante desarrollar la innovación que es lo que permite rentabilizar el conocimiento.