Estas últimas semanas he recibido varios correos de empresas interesadas en la contratación de mis servicios como profesional para colaborar sus proyectos de innovación. El motivo de estos correos es una línea de subvenciones para proyectos de innovación, esto que en principio se podría considerar qué es una forma en que las empresas puedan financiar sus proyectos de innovación mediante el uso de recursos públicos queda entredicho con la lectura del texto de los mensajes.
Entre los diferentes mensajes hay uno que es ciertamente preocupante. Una empresa me expone que quiere pedir la subvención por mi trabajo y para ello me indica el enlace a su pagina web. Me pide que la visite y que en base a lo que lea les indique que proyectos se podrían plantear con un presupuesto que quede totalmente cubierto por la subvención. Y que además que les proponga proyectos para obtener “innovaciones disruptivas”.
Realmente esta situación es un ejemplo de cómo las iniciativas de fomento de la innovación pueden ser un camino de perdición. En este caso las bases con las que quiere empezar esta empresa su “viaje hacia la innovación” no existen. Es una empresa que no sabe por qué y para qué quiere innovar, que no tiene ninguna estrategia de innovación definida y que simplemente quiere aprovechar una ayuda para hacer un proyecto con el cual esperan obtener un océano azul en el cual vivir los próximos años.
La posibilidad que una estrategia por la que la decisión de que innovaciones debería desarrollar una empresa la realice una persona externa puede funcionar, pero para ello esa persona debe tener un conocimiento amplio de la empresa y de los mercados en los que la empresa comercializa sus productos y cuál es la tipología de clientes. Pero pensar que una persona de fuera, viendo nuestra página web, va a decirnos qué productos innovadores disruptivos hay que desarrollar es vivir en una ilusión.
¿Nos creemos que las propuestas de un tercero que nadie conoce van a ser aceptadas por los que tienen que desarrollarlo?
Sin conocer cuáles son los procesos productivos de la empresa, la maquinaria y las tecnologías que se utilizan en fabricación ¿cómo se pueden proponer productos innovadores disruptivos?
¿Se puede proponer una innovación disruptiva en los procesos si no se conocen cuáles son los procesos de la empresa?
Si la persona que define esos “nuevos productos” desconoce quiénes son nuestros clientes, para qué y cómo utilizan los productos, cuáles son sus necesidades o problemas, ¿nos creemos realmente que las innovaciones que nos va a proponer serán útiles para nuestros clientes? ¿Qué nuestros clientes las compraran?
Sí somos una empresa industrial, y pretendemos desarrollar una innovación radical porque eso es lo que ahora está de moda y por qué es lo que quieren los gestores de las administraciones, que no han leído nada de Christensen pero que el término “innovación disruptiva” les parece cool; estamos en un riesgo muy serio de supervivencia a corto plazo.
En el sector industrial las innovaciones disruptivas nadie las va a implantar de forma masiva en sus productos o en sus instalaciones, por mucho que les expliquemos las bondades que pueda tener de esa nueva tecnología. La historia de la tecnología está plagada de casos de “nuevas tecnologías disruptivas” que se creía que iban a transformar las empresas, los sectores y los mercados pero que no fueron más que flor de un día. Esta historia que es conocida por muchos de los responsables de empresa qué tienen que decidir sobre las compras de productos o de tecnologías hace que su voluntad de asumir los riesgos de una tecnología desconocida o sea baja o nula. Nadie quiere asumir la responsabilidad de qué una tecnología instalada en las líneas de producción de la empresa debido a un problema desconocido paralicé, por tiempo indefinido, la instalación. Y, en consecuencia, dejen de poderse vender los productos que comercializa la empresa.
El concepto “innovación disruptiva” es un concepto básicamente académico, en el mundo de la empresa cuando se desarrolla un nuevo producto o una nueva tecnología no sabe si van a ser disruptivos, de lo que se puede ser conscientes es que sean algo novedoso, algo que aún no existe en el mercado.
Por eso definir un proyecto diciendo que se va a desarrollar una innovación disruptiva es una ilusión. El problema es que eso quiere leer quién decide a quién concede la subvención y por eso no hay más remedio que escribirlo en la propuesta. Esto no es una dificultad si somos conscientes que lo que hagamos puedes ser disruptivo o no.
Pero si definimos un proyecto explicando que vamos a desarrollar una innovación disruptiva en base a unas funcionalidades de algo que es muy novedoso pero que no sabemos si dará respuesta a un problema que alguien tiene, o a una necesidad insatisfecha. Entonces estamos entrando en un camino de perdición porque “innovaremos por la subvención” y no innovaremos con una subvención; y este es un camino qué puede llevar al cierre de la empresa porque comercializa productos que nadie quiere o tecnologías que nadie compra.