(Capítulo 2 del libro “The Myths of Innovation” de Scott Berkun)
El mito de la historia de la innovación es la idea de que el progreso ocurre en línea recta.
Tanto en el pasado como en el presente la gente cree que vive a orillas del futuro en un lugar loco llamado «ahora». Pero en el momento presente no podemos saber si lo que estamos viviendo es progreso o simplemente es una ganancia a corto plazo con consecuencias negativas a largo plazo.
La historia no puede prestar atención a lo perdido, ocultado, o deliberadamente enterrado, la historia es sobre todo un relato de éxito, no de los fracasos parciales que permitieron el éxito. Sin siquiera imaginar las dimensiones desaparecidas de las historias, nuestra visión de cómo hacer que las cosas suceden en el presente se ve seriamente comprometida.
Lo que nos plantea Berkun es muy interesante y generador de polémica: las historias de la innovación que se explican para incentivar a la gente a innovar son un resumen del proceso que no tiene en cuenta todos los factores y, querer seguir al pie de la letra este proceso nos llevará casi seguramente hacia la nada.
Debemos entender pues las historias de la innovación como los mitos de la antigüedad, es decir, relatos con cierta componente de verdad. Pero lo que debemos extraer de estas historias son los valores, las actitudes y las competencias que dieron pie al éxito, que a menudo son: el esfuerzo, la persistencia, el trabajo bien hecho, cuestionarse la situación, preguntarse por qué y no quedarse con la primera respuesta, ver más allá de lo que se ve, …
Las historias nos dan pautas, ideas, nos pueden incitar a actuar; pero no son metodologías que siguiéndolas al pie de la letra nos den pie a desarrollar innovaciones de éxito.
Querer implantar la forma en que una determinada empresa innova en nuestra organización copiando lo que se pueda leer de sus historias nos llevará al fracaso, pues hay muchos elementos no escritos que son las piezas que forman parte del puzzle y que no conocemos.
Se han de entender los parámetros a definir, pero los valores los tenemos que poner nosotros en función de nuestra circunstancia.
Las historias de la innovación no son reacciones químicas que se puedan replicar de forma industrial, sino que cada reacción es única e irrepetible; y además, la cantidad y tipo de reactivo que se ha ido añadiendo no sabemos a ciencia cierta cuál ha sido. Sólo tenemos unos cuantos y con estos tenemos que jugar.