Sin confianza no hay innovación

La innovación en una organización es una cuestión de confianza. Esta afirmación de una extrema sencillez conceptual encierra una elevada profundidad en su desarrollo, porque como todos sabemos la confianza requiere años para obtenerla y se puede perder en segundos.

¿Por qué hablo de confianza? Pues porque los empleados deben tener la seguridad que desde la más alta jerarquía de la empresa se considera la innovación como un tema estratégico y de máxima importancia. Por eso en aquellas empresas en las que tanto la propiedad, como la gerencia, como los máximos directivos actúan de forma que se muestra poco apoyo a la innovación, o poca predisposición a facilitar los recursos para desarrollarla, lo que al final provocan es que se desincentive la actitud innovadora en los empleados y ese es el principio del fin de la innovación en la organización.

Ahora bien el establecimiento de esta confianza requiere de tiempo, en muchos casos demasiado tiempo para aquellos que quieren resultados rápidos. Pero esto es inevitable porque un cambio de paradigma como el que supone poner en marcha una “cultura de la innovación” no es algo que se consiga de hoy para mañana; es algo que precisa de un proceso de “gestión del cambio” que conlleva tiempo, recursos y la superación de dificultades, bloqueos o impedimentos. Es un proceso que lleva a muchos empleados a salir de su  “zona de confort” y eso les provoca situaciones de estrés.

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Sin embargo una adecuada gestión de la comunicación interna que se desarrolle con el apoyo continuado de la dirección da lugar a que la confianza necesaria arraigue en todo el personal de una forma efectiva.

La confianza se basa en los hechos, en las actitudes, en los detalles. Muchas veces son los pequeños detalles que parecen insignificantes los que crean la confianza que se desea alcanzar. Situaciones que crean confianza son por ejemplo la forma en cómo se actúa cuando hay un fracaso en un proyecto, o cuando algún miembro de un equipo de innovación se equivoca, o cuando los recursos escasean y hay que decidir a que se dedican los disponibles. Estos casos y muchos otros son la base sobre la que se sustenta el edificio de la confianza que se necesita para convertirse en una organización innovadora.

La responsabilidad que subyace en una frase como “confía en mi” es demasiado grande como para decirla cuando no estamos seguros de cumplir con ese compromiso. Aunque desgraciadamente el contexto en el que vivimos nos muestre como muchos de aquellos en los que hemos depositado nuestra confianza para que gestión cuestiones relacionadas con la política, con las finanzas, o con el desarrollo de nuestras organizaciones, lo que han hecho es actuar en beneficio propio o de una determinada minoría. Pero a pesar de esto debemos mantener una actitud de “dar la confianza” a aquellos que pueden dar muestras de merecerla.

Por tanto nunca debemos olvidar que la cultura de innovación de una organización tiene como uno de sus pilares fundamentales la confianza.

 

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