Es necesario que las políticas públicas para fomentar el crecimiento económico se reorienten hacia un incremento en las ayudas a la innovación disminuyendo el apoyo a la I+D. Si bien el apoyo a la I+D es teóricamente lo que genera más beneficios a largo plazo, lo cierto es que en la actual situación en nuestro país de estancamiento económico lo que hay que reactivar es la economía. Y una de las maneras es generar innovaciones en productos/servicios/procesos que den más valor añadido a los clientes, solucionen problemas o satisfagan necesidades.
Los proyectos de innovación tienen un tiempo de llegada al mercado más corto que los proyectos de I+D, y es este «time to market» más corto lo que hace que el plazo para empezar a obtener ingresos sea más corto.
Además, las innovaciones se comercializan por parte de las Empresas, y éstas deben ser el principal generador de empleo en los próximos años, pues el sector público es evidente que no puede seguir creciendo de forma indiscriminada.
Sin embargo también es necesario que el sector público incorpore innovaciones en los servicios que ofrece, en sus procesos internos y en los de relación con los ciudadanos. Aquí las innovaciones deberían tener dos vertientes: dar más valor añadido y/o reducir los costes.
El hecho de dedicar más recursos a la innovación supone cambiar la visión de los organismos que se ocupan de la «I+D+I» y de las personas encargadas de definir las políticas públicas en este ámbito. Habrá una clara oposición especialmente en el entorno de las Universidades y sus Centros de Investigación, pero deberán entender que sus ingresos provienen de los impuestos que pagan las Empresas y sus empleados, y que si estas cierran y sus empleados se van al paro entonces ellos tendrán menos ingresos.
Creo que ayudar a las Empresas a innovar es hoy en día más razonable que ayudarlas a hacer I+D, porque su supervivencia es una cuestión de tener ingresos a corto plazo.
