La innovación no es un remedio de acción inmediata.

La actual situación económica ha hecho que los responsables de las políticas relacionadas con la economía y especialmente con el mundo empresarial hayan fomentado como «tabla de salvación» de las empresas con problemas el binomio «innovación-internacionalización». Y de forma accidental se ha ido difundiendo la idea-mensaje que iniciar estas dos líneas de actuación son el remedio casi inmediato para solucionar los problemas de las empresas.

Desgraciadamente ambas son estrategias empresariales que tienen un tiempo de maduración a medio plazo, es excepcional el caso de empresas que en menos de un año puedan alcanzar situaciones positivas.

Especialmente en la innovación a menudo parece que innovar es tener una idea «por inspiración divina» que supondrá un incremento de facturación, que salvará la delicada situación en que nos podamos encontrar, lo que casi siempre es falso. El proceso para innovar requiere su tiempo, es como el crecimiento de una planta: hay que sembrar, regar, esperar, y entonces empieza a crecer para al final del ciclo dar unos frutos. Y dependiendo del fruto, el tiempo para recogerlo es más largo o más corto.

En la innovación nos encontramos con un ciclo similar y donde el tiempo para recoger los frutos también es variable para cada innovación que hayamos sembrado. Pero además está el factor del mercado que es quien deberá aceptar y pagar por esta innovación. Dentro de este factor de la aceptación del mercado se presenta una actividad que a menudo no se tiene en cuenta: el marketing.

Hay que hacer un marketing de la innovación, porque lo que no se conoce difícilmente será aceptado. Desafortunadamente, a menudo, en los proyectos de innovación el marketing no se ha añadido como componente en la fórmula y entonces se produce un resultado no esperado: la innovación fracasa, no es aceptada por los clientes.

Por eso es recomendable que en todos los proyectos de innovación dentro del presupuesto para desarrollarlo se incluya una cantidad destinada a la actuación de marketing y comunicación, que dependiendo del producto puede llegar a ser del orden del 30% del presupuesto del proyecto .

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