Antes de empezar a innovar hemos de tener claro cuál es su principal objetivo. Sobre esta cuestión podemos encontrar en la numerosa literatura, publicaciones, artículos y post en la red una diversidad de objetivos entre los que están:
- Incrementar los beneficios de la empresa generados por los nuevos productos.
- Reducir los costes de los productos.
- Aumentar el número de trabajadores en los proyectos de innovación.
- Generar patentes.
- Aumentar el valor de los nuevos productos.
- Ampliar anualmente el número de proyectos de nuevos productos y servicios.
- …
Todos ellos son razonables, sin embargo yo considero que el principal objetivo es “que el cliente compre el producto o servicio que queremos vender”. Por tanto se debe desarrollar algo que tenga las características suficientes para que influyan en que el cliente quiera adquirir ese producto. Ello supone que la innovación debería adoptar una visión de “innovación centrada en el cliente”.
Y lo primero que deberemos definir es quién será el cliente de la innovación que queremos desarrollar. Pero aquí no deberíamos dar respuestas generalistas como “a todo el mundo” sino que deberíamos describir el nicho de mercado al que nos queremos dirigir. Aunque es posible que al final en el nicho de mercado se incorporen otros clientes no previstos pero que consideren que lo que estamos vendiendo les aporta valor o cubre sus necesidades. Yo considero que es preferible focalizar los clientes para los que queremos innovar para que las funciones y funcionalidades que les queremos ofrecer tengan mayor concreción.
Para obtener esta visión de innovación centrada en el cliente es conveniente que se establezcan unos equipos de innovación donde no solo participen los empleados que desarrollaran la innovación sino también los que están en contacto con los clientes.
El concepto a recordar de este post es que “el cliente debe ser el principal objetivo de la innovación”.
