3 preguntas para empezar a innovar

Empezamos este año 2012 que debería ser el año de la Innovación como objetivo de país. Hay que innovar en todos los sectores y especialmente en las estrategias y políticas públicas.
Especialmente en las decisiones que adopten nuestros gobernantes debe haber un cambio de forma de pensar y, especialmente, de resolver los problemas.
El uso de la innovación sistemática debería permitir obtener soluciones diferentes a las ya conocidas, cuyos resultados son evidentes, que permitiesen dar un cambio de rumbo a la situación económica.
Por otro lado la detección de oportunidades debería ser también desarrollada de forma sistemática; las oportunidades existen pero hay que buscarlas con una visión diferente.

Para empezar hay que formularse pocas preguntas, pero son las respuestas que obtengamos las que harán que desarrollemos soluciones más  o menos innovadoras, y que por tanto tendrán mayor o menor éxito.
1.    ¿Cuál es el problema que queremos resolver?
Esta pregunta la podríamos reformular como: ¿Cuál es el principal problema al que nos enfrentamos?
Definida de esta forma nos indica que hemos de conocer (haber hecho una lista) los problemas que afectan a nuestro país, nuestra empresa o nuestra vida.
Y los que tengamos en esta lista los hemos de valor para ordenarlos por importancia.

2.    ¿Por qué queremos resolverlo?
De la lista para los cinco primeros deberemos preguntarnos que obtendremos si lo resolvemos.
Y esta pregunta la hemos de repetir un mínimo de 5 veces. Es importante no quedarnos con la primera respuesta.
De las respuestas que obtengamos hemos darle un valor de “expectativa de beneficio” con respecto al resto de problemas.
Es útil desarrollar un cuadro como el siguiente:


Donde en cada columna valoramos de 1 a 10 las cinco respuestas (beneficios esperados) con respecto del resto de la columna sin repetir ningún valor.
Al final obtenemos un valor global que nos indica una expectativa de beneficio de cada problema.

3.    ¿Qué nos impide resolverlo?
De la lista para los cinco primeros también deberemos preguntarnos que obstáculos nos impiden, frenan, bloquean, su resolución.
Otra vez esta pregunta también la hemos de repetir un mínimo de 5 veces.
De las respuestas que obtengamos hemos darle un valor de “expectativa de dificultad” con respecto al resto de problemas.
Es también útil desarrollar un cuadro como el siguiente:

Aplicamos el mismo criterio de valorar de 1 a 10 las cinco respuestas con respecto del resto de la columna sin repetir ningún valor. También obtenemos un valor global que nos indica una expectativa de dificultad de cada problema.

Como punto final logramos un cuadro global como el siguiente:

Cuadro que nos permite tener una valoración de los problemas con la que decidiremos cuál es el orden de resolución de cada uno de ellos.

Es evidente que el criterio de valoración de 1 a 10 puede parecer subjetivo, por ello si creemos que podemos valorar económicamente lo que puede representar el beneficio, o el obstáculo; entonces podemos utilizarlo como criterio de valoración. En este caso la valoración global deberá tener una formula de cálculo adaptada.

Lo importante es valorar los problemas, a menudo damos más importancia a los problemas de aquel que “grita más” o que nos parece que es más importante, sin que realmente sea el que más nos convenga resolver.
Dar un orden de resolución es obligado ya que los recursos y el tiempo disponibles no son infinitos.

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